
Desde el sillón... rescaté un escrito viejo, a propósito de esa historia inconclusa que Miss Lisa dice que cuente pero es que es, de verdad, muy larga, y supongo, no muy diferente a las que todas han conocido o vivido. Después de todo, desde que aprendimos a rayar las paredes de las cuevas, estamos escribiendo de lo mismo: amor/odio, guerra/paz.
Temo aburrir si me desnudo de una vez, vaya... mejor "de a poquitos", como dice una canción mal escrita que, sin embargo, me gusta mucho (1). Digo, ¿quién no prefiere un streaptease?
-
Vigésima
Hace más de seis meses
- y casi siete
casi escupo el corazón
para no envenenarme.
Lloré tres eternidades
hasta casi quedar sin voz
los ojos, rendijas;
el alma, pedazos
desolación en la tierra de Job.
Al amanecer del cuarto día,
vio Dios que yo era buena
o al menos no tan mala
y me cobijó con la rutina.
Hace más de seis meses
- y casi siete
que reconstruí mi vida
(risas, llantos, orgasmos....)
No tenía tus ojos,
tampoco hacían falta.
Pude vivir igual sin la televisión
y sin esposa.
Pero llamaste
y hace 120 minutos
que estoy pensando
en tus palabras.
Después de seis meses
-y casi siete
volver a buscarme
te está vetado.
Deberías ir a parar a la prisión*
o habría que exiliarte lejos
prohibirte acercarte a mi persona,
a mi casa, a mi perro otra vez.
Porque hace seis meses
-y casi siete
que te fuíste, largaste, caminaste.
Y hoy que apareces con el descaro
y el amor
como bandera...
todavía se pronunciarte el nombre.
Liliana.
Cuando Tata se fue por segunda ocasión de mi vida yo estaba destrozada. Realmente. Embotada, es la palabra. Embotada de dolor. Dolía respirar, dolía haber creído, dolía todo, pero por lo menos, por lo menos, sabía que ya había acabado. Y, como me tenía que mudar, entonces tenía la ventaja de no acumular recuerdos por centímetro cuadrado. ´
Me dí cuenta que la palabra clave era "disciplina". Si no me iba a suicidar -y era algo que no iba a hacer- y ya había llorado lo que tenía que llorar, sólo me quedaba seguir adelante.
Y no era algo que hiciera con mucha alegría, pero tampoco de una manera patética. Iba con un sinsabor de vida, simplemente...Y bueno, uno está inmensamente triste, por decir lo menos, pero con cosas qué hacer, y no falta a quien hacérselas, je je. Sin engaños de por medio, vamos, "nunca falta un roto para un descosido", decimos en mi tierra.
El caso es que estaba en cama ajena, cuando mi teléfono celular sonó y mal despierta ví su nombre que timbraba y timbraba...contesté, tratando de fingir lucidez. Quería verme. Pospuse la cita.
Décimo sexta
A las 9.44 de la mañana pueden pasar muchas cosas.
El albañil va por su segunda mezcla y su primer almuerzo.
El diputado pelea en tribuna sus próximos robos.
El médico deja la guardia y va, por fin, a casa.
La madre tiende la ropa o recoge la basura.
El vagabundo duerme el sueño del alcohólico.
Se firman papeles, se autorizan transacciones bancarias.
Alguno contesta un examen, otro entrega calificaciones.
El chofer acumula kilómetros, la prostituta temprana, clientes.
Los noticiarios gritan tragedias, el campesino se duele la espalda y del hambre.
Por supuesto, hay nacimientos y velorios, y casorios,
y bautizos, y bar mitzvah y más ritos ancestrales.
Una pareja hará el amor en estos precisos minutos,
otra más ocultarán la rutina en el silencio ya incómodo del café.
En Japón, ya duermen, en España, ya cenan.
La tierra gira, la Vía Láctea la mira.
Todo esto, a las 9.44 de la mañana.
Y yo tengo el corazón arrítmico por los compases de tu voz.
Liliana.
Por cierto, me llamo Liliana.
(1) La canción en cuestión -totalmente pop, light y con la única particularidad de que me gusta y ya- se llama "Princesa", de un joven cantautor mexicano, Gustavo Lara, quien después de tres éxitos no volvió a figurar.
*Frase robada, por supuesto, de la canción de los Fabulosos Cadillacs, "Siguiendo la luna"