7.10.08

El año que viene toca...


Desde el sillón... he de contarles que tengo puesto un collarín, un horroroso collarín blando.
Sé que aquellas personas que se han visto obligadas a usar la versión rígida de este artículo ortopédico, dirán que estoy en la gloria, sin embargo, por muy blando que sea, no deja de ser incómodo: me da comezón, me estorba para todo, y claro, cumple cabalmente su función de mantenerme inmóvil el cuello, pero eso me quita lo cabal a mí y me convierte en una paciente muy impaciente.
Y, como imaginarán, traigo este horroroso artículo ortopédico no porque haya hecho una manda, sino porque tuve un percance vial, que, gracias a Dios, no pasó a mayores.
El asunto es que ese ligero accidente me tiene lejos de muchas cosas que me gustan, entre ellas, de este blog. (y bueno, de Tata, quien cada vez que me le acerco románticamente me estrella un "Shu. Shu. Te vas a lastimar el cuello. Reposo. El doctor dijo extremo reposo". Y corona la acción deslizándose lejos, lo cual acentúa mi mal humor, claro, y aunque mi mente lo entiende, pues la comprensión no me cuenta chistes ni me da besitos.

(El accidente fue realmente ligero: yo iba de copiloto y se nos atravesó un camellón triangular no identificado sin señalización en una zona realmente oscura y desconocida para nosotros, cortesía de las intempestivas y mal planteadas indicaciones de mi suegra. El resultado fue una llanta ponchada y mi cuello con un esguince. El cinturón de seguridad me salvó de un golpe en la cabeza pero me regaló una contractura muscular en el hombro derecho. Gracias a Dios no pasó a mayores.)
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El asunto es que estoy convertida en poco menos que una inútil, y además, una inútil que refunfuña. Mis schnauzerinos hijos son mi consuelo, si bien de repente también se hartan del encierro. He pensado en escribir, pero no mucho ni muy lúcidamente porque las medicinas me tienen medio día dormida y las otras doce horas, atontada.

Pero conversando con una amiga, a quien quise mucho el poco tiempo que me duró el gusto, me quedé pensando en las borracheras. Y ya que me he puesto a recordar, caí en la cuenta que, sin premeditación, sin alevosía y sin ventaja, me he puesto una borrachera de Señor y Padre mío cada cinco años.

He de confesar que soy pésima bebedora y peor borracha. Y es que nunca me ha gustado mucho la bebida, lo cual agradezco a Dios porque si me gustara tanto, sería una alcohólica sin remedio. Suelo disfrutar sin rienda mis gustos, así que celebro que éstos no dañen mi salud, tengo otros vicios y muchos defectos para compensar. El caso es que nunca he desarrollado lo que llamamos "callo" por la bebida, prefiero ser la que atiende el bar y mezcla los tragos.
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Quedamos en que recordaba mis borracheras, y, para variar, sonreí...
A mis 20 años...
estaba en el equipo de tochito de la Facultad.
Siempre íbamos a llorar nuestras acostumbradas derrotas al bar de un amigo. Pero en esa ocasión, ganamos. Aunque el esfuerzo fue de todas, el pase de touchdown lo atrapé yo. Estaba por demás eufórica, de hecho, todas lo estábamos. Bebí un litro de Titanic. ¿Saben qué es un Titanic? Es un vaso de un litro que contiene 18 licores diferentes. Era normal que con semejante mezcla terminara como terminé: casi inconsciente y más incongruente que nada.

Me acuerdo entonces que ella -si, ella- se me acercó. Yo la había visto en una ocasión antes. Me llamó la atención su voz, por eso la recordé. Su voz y sus ojos. Tristes. Ella me empezó a cuidar. Recuerdo que, en medio de mi inconsciencia, fui torpe y pequé de imprudente. "¿Eres lesbiana?", le espeté, casi le escupí en la cara. En mis cinco sentidos jamás hubiera preguntado algo así. Y lo pregunté porque sabía que estaba a punto de no valerme por mi misma y ella lo supo. Por eso río por lo bajo y dijo, a su vez, "¿por qué me preguntas eso?" Y tras reír, dijo "No te va a pasar nada. Ven. Vamos a que le hables a tus papás".
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Se van a reír. Ríanse si quieren. Yo me sorprendo todavía, pero aunque quizá para todos era claro como el agua, a mi no se me había ocurrido que yo pudiese ser lesbiana.
No era algo que rechazara o que me diera repulsión, simplemente era algo que nunca se me había ocurrido. Había salido con chicos y bueno, no sé... por más que le doy vueltas todo se reduce a eso: estar con una chica nunca se me había ocurrido como una opción. Ni siquiera había tenido necesidad de negármelo. Por extraño que parezca.
Tenía amigos homosexuales y los respetaba y queria. Repito, nunca se me ocurrió que yo pudiera ser parte de la comunidad. No sé por qué. Hecha esta aclaración, regreso con mi historia al bar donde estaba casi inconsciente.
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Ella casi me cargó a una cabina telefónica -ubíquemonos: cuando yo estudié la facultad, no existián los móviles o celulares- y me reporté con mis padres -como pude- para avisarles que no iba a poder llegar a dormir, que me iba a quedar a estudiar en casa de una amiga. De hecho, esa noche me quedé en el depa del coach. Ella se quedó conmigo, me llevó hasta ahí, me acostó y simplemente me dejó dormir. No hizo más.
Pero eso fue el principio de todo.
Semanas después me la encontré en la facultad y yo le agradecí el gesto -de no haber sido por ella, no sé dónde hubiera terminado o qué hubiera sido de mi- así que la invité a comer. Platicamos. Y después de ahí, nos seguimos viendo, y más, y más...
Me confesó un día que a ella le dolía una mujer.
Yo lo tomé con naturalidad. Una amiga me advirtió que tuviera cuidado. Yo le dije que no tenía nada que temer. Y no temí. Ni siquiera cuando una noche, por primera vez, y sin haberlo pensado antes -¡todavía no me explico por qué no lo pensé antes!- sus manos lentamente recorrieron mi cuello y más...
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Eso pasó a raíz de mi borrachera de los 20 años.
Luego les cuento la de los 25, je je.

6 comentarios:

Chesend dijo...

ojala que te recuperes pronto, es una molestia traer el collarin, parece que no solo inmoviliza el cuello, también más de una actividad...

interesante borrachera, muy interesante, ya quiero escuchar la historia de los 25... jejeje...

un abrazo...

pd. hiciste que recordara mi primera borrachera...

Yvette dijo...

No sé si el alcohol conduce a la mujeres o las mujeres al alcohol...pero siempre es bueno saber que tomaste un "Titanic" (sin Di Caprio) y que entre tropiezos y aventuras descubriste una parte de ti que moría por salir...
Besos

Xinik@ dijo...

vaya vaya... asi que eres del club del cuello de cristal.. jajaj... se lo que se siente ya he sufrido tres por distintas cosas... es un verdadero suplicio.. aunque estar tan medicada tiene su lado bueno y mas cuando te dan diazepam... jejej... uts... creo que por tus cuantas voy calculando tu edad.. jeje.. y gracias por pasar a mi humilde hogar en el cyberespacio... si quieres alguna vez platicar mandame un correo y te paso mi direccion para el messenger, por lo pronto que te recuperes pronto, descansa y saludame a tu Tata y un cariño para tus hijos snawzerianos...

evargas dijo...

Te escribo desde la resaca. Así le llamamos los peruanos al exceso de alcohol en la noche. Mi cena fue una verdadera chupeta, pero me hizo recordar aquellos tiempos en los que bebía y de verdad quedaba inconsciente. Y justo me siento leo esto y sigo pensando.
La primera vez que me emborraché dormí abrazada a un perro como galgo al que le puse la pierna encima. Qué horror. Creo que pensé que era una dama... ja.ja.. De allí en adelante he tenido buenas borracheras y malas también. En esta etapa de mi vida ya no, pero lo de ayer estuvo intenso. Y hoy es la gran fiesta de mi diario. De pensar en mi estómago sufro.
De esa primera borrachera con el galgo recuerdo la cachetada de mi mamá al verme llegar. Me dijo que olía a hombre, jaaaa...

Anónimo dijo...

Me acuerdo que hace un par de años con una amiga impostamos un accidente casero, y compramos un cuello de esos que decís en un farmacity (cadena de farmacias de Argentina)
Son bastante incómodos, sobre todo si no se los necesita!

Qué te mejores..

Un beso

Chuminis dijo...

Jajajjajaja te imaginé con los ojitos caídos haciendo esa pregunta... interesante borrachera.

 
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